Esa extraña sensación
Angustia. Desesperanza. Sentimiento de insalvable vacío. Días que son incapaces de ser remontados. Rachas en la vida inexplicables, de tristeza endógena, intrínseca a la persona, sin solución para la razón.
Embotamiento. Aplanamiento. Anhedonia. Voluntad para no salir del hoyo. Tristeza voluntaria y consciente. Querer hundirse más en el fango por una curiosidad perversa que impulsa a averiguar cual es el fondo, lo más bajo a lo que se puede llegar.
Cerrazón. Hermetismo. Blindaje dispuesto al exterior. Para que ningún rayo de luz por fuerte e intenso que sea pueda llegar al interior. Entrañas negras como el carbón. Podridas, necróticas, pestilentes, crecientes. Que corrompen todo desde dentro.
Soledad elegida y sufrida con estoicismo. Una estúpida apetencia por lo perjudicial y dañino. Un querer vivir sin alma.
Tratar de no molestar mientras mueres anónimamente poco a poco en ese proceso al que llaman vida. Vida experimental sin espíritu. Condena vital. Perder el tiempo, ese bien irrecuperable y sin precio.
No sentir amor. No oír tu propio corazón, hecho de la piedra más dura y fría. Sin grietas, sin debilidades.
La cabeza igual. Sin consciencia, no pensante. El razonamiento y la complejidad anulados de forma incomprensible. Abotargados. Embotados. Ensimismados. Anonadados. Confundidos. Incrédulos.
La compañera que elegiste de por vida, la que comparte y compartirá por siempre tus pecados, sin empatía. Sin condescendencia. Sin sensibilidad. Sin amor. Con crueldad. Con saña. Con recochineo. Con desprecio. Ella jamás lo comprenderá.
Ni yo tampoco. Era improbable, incomprensible, inexplicable.
España ha vuelto a caer, por enésima vez, en cuartos.
3 comentarios:
Te la tengo jurada! maldito bastardo de pelo aleonado.
Qué bonito es vivir.
Escombro inmundo. Tú seras el siguiente en la precuela.
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