Comando IC - La secuela (Capítulo III)
Mötrix
Sobrevivir a Walt Disney.
Ese había sido siempre el objetivo de la temible criatura Mö tras percatarse la noche de Añonuevo de 2008 de que sus intentos por destruir el universo habían sido en vano.
Otro comentario más sin sentido de Chus había reactivado la inherente curiosidad de Mö:
El ciclo de vida de la mayoría de las moscas no supera el par de días.
Era un invierno un tanto atípico, la temperatura mucho más suave de lo habitual y los grises días de chaparrones camino al trabajo, tan comunes en esta época del año, no habían hecho acto de presencia en Barcelona. Es por ello por lo que dentro de su apartamento el ambiente era también mucho más caluroso de lo normal. El sistema de calefacción, constituido por 12 torres de ordenador encendidas 24 horas 7 días a la semana hacía imposible la vida de casi cualquier organismo.
"¡Una mosca!" comentó en voz alta y tono jovial. "Mosca mosquita, me vas a decir si tiene razón el tonto de Chus". Y con un rápido movimiento de apenas 200 milisegundos atrapó al insecto dentro de un tarro vacío de aceitunas, mientras giraba 90 grados la tapa.
El especimen apenas tendría unas horas de vida dado su reducido tamaño. Sin embargo, los 500ml de aire y los restos de materia orgánica y agua eran más que suficiente para alimentarla durante el resto de su corta vida.
Unos pantalones y una camisa nuevos, comprados para la ocasión, así como dos maletas de ropa sucia eran lo único que necesitaba para celebrar la entrada del nuevo año. Esta vez había decidido viajar a última hora, como única salvación ante eventos familiares y furia consumista en los centros comerciales de Santander. El vuelo saldría en 4 horas, por lo que debía apresurarse o no llegaría al Prat para facturar su equipaje.
- Señor, no puede usted llevar líquidos o geles a bordo.
Le informó la empleada de la aerolínea.
- Pero, ... vamos a ver... ¿tú ves algo aquí o qué?
Gruñó mostrando su tarro vacío de aceitunas. Recogió su DNI y siguió su camino, ignorando las nuevas indicaciones.
A las pocas horas ya se encontraba vestido, completamente de negro, el pelo recién lavado y las lentillas colocadas.
Ceporrock le esperaba en la puerta del local alquilado para la ocasión por el clan Reyero, su perilla sobresaliendo tímidamente sobre el cuello del abrigo, las manos con guantes de lana golpeando en las piernas para entrar en calor.
Dentro ya estaban todos, presentaciones, felicitaciones, bromas, diles y diretes. Treinta segundos después ya estaba todo dicho y podía concentrarse en lo único que le importaba en ese momento: agarrarse una buena castaña a Vodka con Kas-limón mientras observaba los últimos momentos de vida de su mosca.
Una vez lo hubo logrado, arrojó el tarro a la basura, junto a botellines vacíos de cerveza y matasuegras olvidados para bailar salsa durante 5 horas seguidas.
- Hola Luis, ... te veo, no sé, ... ¡cambiado! ¿Estás bien? - Le preguntó alguien.
- Hoy es el mejor día de mi vida. Respondió.
Y con un giro de tobillo comenzó literalmente a bailar.
La idea era simple, pero radicalmente motivada por el reciente pero extrañamente apreciable buen estado de ánimo de Mö.
Porque no hace falta ser negativo para destruir el universo!
Acababa no solamente de confirmarlo, sino de incubar y acabar de definir su idea. Si no puedes acabar con el universo, bien puedes esperar a que el universo acabe consigo mismo. Como el hecho de acabar con la mosca. Podría haber estampado el mismo bote de aceitunas y haber acabado con su vida en unos instantes; sin embargo, decidió que era manera más elegante el esperar y verla morir. Y más gratificante.
Un, dos, tres, un, dos, tres, ...
Continuará...
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