viernes, 20 de abril de 2007

Comando IC - La secuela (Capítulo II)

Despertar

 El pasillo se tornó de repente frío y largo, la luz se extinguió casi por completo y las paredes parecían brillar de forma irregular mientras ondeaban como una barcaza en el mar. Tonos plateados y rojos, náuseas y una extraña sensación de hormigueo en las manos al intentar –no con mucho éxito- apoyarse en las paredes. Recordó que a mano derecha se encontraba la puerta del baño. Con pasos torpes y pesados logró acercarse, zigzagueando por el corredor, que parecía más ancho de lo normal. Tras caerse varias veces, golpear de lleno su cara contra las paredes (y tal vez también el suelo), sintió el picaporte. Reprimió una enésima arcada. Se había dado cuenta de que mirando al infinito, sin seguir los movimientos del entorno, el trauma le resultaba un poco más llevadero.
 Consiguió abrir la puerta, puede que tras minutos de intentonas. Un acto tan mecánico como abrir un picaporte era ahora toda una majestuosa obra de coordinación de todos y cada uno de sus músculos.
 Vió el WC frente a sí, y se dejó caer.

y se dejo caer


 Su mandíbula, tras golpear con el borde de porcelana, comenzó a vomitar sangre y bilis. Abrazado al trono, relámpagos de imágenes inconexas le torturaban en cada nueva náusea. Su madre, su primo del pueblo, Mavros, su primer coche, el día de su graduación, Ceporrock y el Dr.Gallum subidos a la copa de un árbol, su primer beso, Michu, las pinturas de su brazo escayolado, el cuarto en casa de sus padres, la temible criatura Mö saboreando un apetitoso dürum con los labios mojados de salsa y las gafas empañadas, un chiste de Arévalo, una mesa con dos cervezas medio llenas, la maqueta del 2-Patas Bidireccional Superheterodyno, un reloj marcando las 11:07, la televisión, Mavros riendo a carcajada limpia sobre un escenario, un caniche montando una fox-terrier, 6, un desconocido corriéndose dentro de su ex-mujer, las vacaciones en las Azores, 9, cine, alguien de su mano en un paseo marítimo, 43, palomitas de maíz, gaviotas, Gran Vía llena de nieve, el sitio "secleto" de Gar, 1-2, un día de pesca, Command&Conquer.
 Nueva remesa de fluidos corporales, mientras luchaba por no dejar caer la cabeza al fondo del inodoro. Un pinchazo en el hombro, un tirón de pelo, oscuridad, silencio, calma, paz.

 ¿Habré muerto? ¿Donde estoy? ¿Qué ha pasado? No consigo abrir los ojos, ni sentir nada. No sé qué me ocurre. Tampoco recuerdo lo último que hice. Solo el pasillo de casa. Y después dolor…


 De repente, pensaba con claridad. Totalmente desconectado de su lacio cuerpo blanquecino.
 Le volvieron a la cabeza, no sin un gran esfuerzo, alguna de las imágenes que le habían escalofriado antes. No sabía ni cuánto tiempo hacía de aquello. En verdad que había desaprovechado sus 64 años largos. Era el más joven de los 5, pero había llevado la existencia más desdichada de todos ellos, con diferencia. No recordaba haber estado nunca casado, pese a llevar toda su vida un anillo alrededor del dedo; no recordaba la fiesta de despedida que le organizó Mö en Barcelona, solo haber visto alguna que otra fotografía. Ni haber estado en las Azores, ni en ningún otro lugar paradisíaco. En realidad, y esto lo pensaba con total control sobre sus capacidades mentales, no recordaba otra cosa que no fuese el edificio en el que vivía y sus aledaños. No recordaba otra casa, ni nada en ella que no estuviese relacionado con su trabajo. Ni vacaciones. Ni fiestas. Tampoco visitas recientes a su tierra de origen. Toda su vida parecía carecer de todo sentido y distaba mucho de lo que el doble sentido parecía dictarle. Bien era cierto que en las paredes de su casa había fotografías y objetos que parecían corroborar que la ilusión no era tal, y que era ahora cuando momentáneamente no recordaba nada. Pero algo le decía que no. Que todo este tiempo había permanecido en solitario, preso en el mismo lugar y su vida por completo había pasado sin más. Ni vivencias, ni recuerdos, sin compañía ni algo que recordar o añorar. Solamente en un pasado muy lejano podía agarrarse a algo que mereciera la pena.

 Su reloj mental le indicaba que ya debían haber pasado horas. Llevaba horas en el limbo. Horas preocupado por qué le estaba ocurriendo. No saber si vives o mueres, no conocer, ni padecer, sin cuerpo, solo alma, pura existencia en el vacío. De repente recordó que entre imagen e imagen, aparecía súbitamente un fractal multicolor y un número grabado en su centro. Todo parecía inconexo, pero confiaba en que así no fuera. Tenía todo el tiempo del mundo en intentar descifrarlo. Era como si alguien hubiese serigrafiado un mensaje en un rincón inutilizado de su materia gris. ¿Un mensaje? ¿Quién querría comunicarle nada cuando ya nada merecía la pena, cuando estaba ya, muy seguramente, muerto?

 Por un momento pensó que, tal vez, se encontrara en coma tras un accidente. O que llevase así años y años, y por eso no tuviera ningún recuerdo real. Pero no, no podía ser eso. Podía visualizar a la perfección los años de entrenamiento con el Comando, su disolución y la vuelta a la acción. También la secuencia que acabó con la semidestrucción de Madrid, en la que, entonces sí, uno de los miembros del Comando había resultado gravemente herido al detonar heroicamente una de las bombas nucleares.
 La temible criatura Mö había permanecido en cuidados intensivos, aislado en la unidad especial de atención radiobiológica, bajo los cuidados del Dr.Gallum y su equipo de enfermeras especialistas.
 No podía ser otra vez lo mismo.


- Le tengo drogado ahora mismo.
- Excelente. Pero cuidado a partir de ahora, casi se nos escapa.
- No temas, esto nos dará tiempo suficiente para sintetizar otro neuroreceptor y grabarle nuevos recuerdos.
- ¿Crées que estamos haciendo lo correcto? Hemos abusado mucho ya…
- Pero es nuestra única salida.


 Un escozor en su cabeza le despertó de repente, como si alguien hubiese exprimido media docena de limones entre sus sesos. De repente el aire frío como un glaciar inundó sus pulmones y la convulsión le hizo incorporar la espalda y ver momentáneamente la sala en la que se encontraba. De nuevo desvaneció y volvió a la nada, pero en el camino había sentido la espalda fría y húmeda, los brazos temblorosos izando su cuerpo, la boca babeante y la entrepierna vergonzosamente húmeda. Y la sala de relax de su dúplex, con alguien de la complexión de Mö vestido con una bata blanca, manipulando una serie de sustancias líquidas, un montón de cables y una pantalla monitorizando sus constantes vitales.
   ¿¡Qué me están haciendo!?

7 comentarios:

Ceporrock dijo...

Hijos de puta, qué le estáis haciendo a Mo? :O

dijo...

La compresión lectora del inútil de Ceporrock es peor q mi vida sexual.

Tienes un problema.

Pero yo tb, y más grave :S

Gallum dijo...

XDDDDD. ¿Gravemente herido en una explosión nuclear?. Solo Mö podía hacer algo así.

LoL, se complica y aclara por momentos. Sigue así.

Mavros dijo...

jajajajaja ya te digo Breico, eres muy malo. El que lo hace es Mö. jajajajajja

Ceporrock dijo...

os creéis muy listos, malditos bastardos?

dijo...

Más que tú desde luego. xD

Chush dijo...

Bueno, quien sabe. Solamente dice que parecía Mö...